viernes, 8 de abril de 2011

Gran Hermano, ¿TV BASURA?

El fenómeno televisivo de Gran Hermano, programa que actualmente tiene en su pantalla Telefé, es un ejemplo de la degradación en la que se encuentran los contenidos del medio y un llamado de alerta para los profesionales de la Educación.

Los realitys shows, como todos los programas con audiencias masivas, tienen repercusiones en la construcción social de conductas y actitudes. Por tal razón, desde este espacio creemos que es necesario que los educadores en general, y los docentes en particular, tengan las herramientas necesarias para poder intervenir de manera crítica.

Según un estudio publicado recientemente por el Observatorio de la Discriminación en la Radio y la Televisión, que integran profesionales de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), el Instituto Nacional contra el Racismo, la Discriminación y la Xenofobia (INADI) y el Concejo Nacional de las Mujeres, existen algunos puntos que deben tenerse en cuenta a la hora de contrarrestar el bombardeo mediático desde el ámbito educativo.

Uno de los más importantes en ese sentido es el lenguaje. Los medios son formadores de opinión y constituyen un lugar central en la construcción de prácticas y representaciones sociales.

En el caso que analizamos, se trata de una emisión televisiva donde el léxico se reduce a su mínima expresión y la construcción de los discursos está cargada de términos vulgares, pocos precisos y, en muchos casos, ofensivos aun para los propios televidentes.

Podemos ver en cada emisión comentarios agresivos contra las razas, cuestiones físicas o elecciones sexuales, con términos recurrentes como “negros”, “gordo” y “maricón”, siempre en sentido despectivo.

A esta última cuestión se encadena otro de los aspectos que los profesionales deben tener en cuenta: la reproducción de estereotipos y conductas discriminatorias.

Está claro que los medios pueden producir y reproducir miradas y actitudes discriminatorias. Sin embargo, los medios pueden y deben ser una herramienta fundamental en la lucha por mitigar y, en última instancia, erradicar estas formas de discriminación. Cuando eso no sucede, como en el caso en cuestión, la tarea de los docentes es promover posiciones inclusivas y no discriminatorias en el lenguaje y las producciones de los medios de comunicación.

La subjetividad de los individuos se forma casi en su totalidad durante la niñez y la adolescencia. Este es el mismo sector etario que constituye el público mayoritario de programas como Gran Hermano y que, también, se encuentra en edad de cursar sus estudios iniciales y secundarios. De ahí, la importancia que asume el rol de los educadores frente a programas de TV de este tipo.

Para finalizar, no se puede soslayar la mismísima construcción del juego, donde se pondera el valor de ganar a como de lugar -con traiciones incluidas-, mostrando como un signo de debilidad la cooperación y la solidaridad.